El camino de regreso a Buenos Aires nunca se me hizo mas agotador. Cada kilometro era una maraña de espejismos paganos; como un remolino que mezcla la desesperación con los besos del pasado.
No logro pensar, cada vez me cuesta mas controlar el auto.
Las luces rojas y blancas apagan la realidad, me quedo a oscuras con la soledad. No puedo seguir conduciendo, la imprudencia no es de mis virtudes.
Me detengo a un costado, ahora si el pasado tiene via libre para desnudar mis sueños, para aniquilar centimetro a centimetro mi alma.
!♥
1 comentario:
Los haces de luz se desintegran cual carbón quemándose, y el alma se aleja pacíficamente.
Publicar un comentario